Autor
Título
En el maizal
Fecha de publicación
Resumen
El recuerdo de una madre en cada respiro, espacio, fragancia y sonido. Todos volvemos al lugar donde fuimos felices. El poema En el maizal en voz de su autor Nilton Maa es el octavo y último episodio de la segunda temporada del programa Poesía tusán, desde la voz de sus autores emitido por Spotify, Anchor y Overcast del 9 al 16 de mayo de 2021.
Extensión
00:01:36
Tipo
Idioma
spa
Derechos de acceso
info:eu-repo/semantics/openAccess
Enlaces relacionados
Referencia bibliográfica
Maa, N. (Presentador). (16 de mayo de 2021). En el maizal (Núm. 8) [Episodio de Podcast]. En Poesía tusán, desde la voz de sus autores. Segunda temporada
Tipo de obra creativa
Transcripción
Escucho el vaivén de la carretera
bajo las llantas rechinando en el asfalto.
Mi corazón está partido,
ardiendo febril ve quemarse el eucalipto.
La tierra roja del campo no ha dejado de llamarme,
ahí voy mamacha, a tostar la cebada
susurro mientras cruzo los campos
cubiertos de un viento seco.
Mis mejillas no se tornan rojas
mamacha,
como las tuyas y tus nietos
parecidos a ti.
Mis ojos son chinos,
pero no como los tuyos,
mamacha.
Y ella sonríe masticando una papita.
Come mi chino
me dice
yo conozco tu corazón
Es sinuoso el camino que nos aleja,
más allá de tus campos
nos expandimos como hierba mala,
pero nadie olvida tu coraje,
nadie vuelve al hogar
sin repetir tu nombre.
Chutita querida,
tanto me has querido,
sin importar el dolor de un mundo
que no te comprende,
bajo un cielo que no recuerda tus lágrimas.
Ya vuelvo a casa, chutita
a buscar tu caricia en el maizal,
tus manos en el mismo fuego
que arrancó tus falanges,
tus ojos siempre en la iglesia blanca
brillando en la montaña
y tu sonrisa
en esas flores creciendo tras tus pasos
en nuestra Tarma que aún te añora.
bajo las llantas rechinando en el asfalto.
Mi corazón está partido,
ardiendo febril ve quemarse el eucalipto.
La tierra roja del campo no ha dejado de llamarme,
ahí voy mamacha, a tostar la cebada
susurro mientras cruzo los campos
cubiertos de un viento seco.
Mis mejillas no se tornan rojas
mamacha,
como las tuyas y tus nietos
parecidos a ti.
Mis ojos son chinos,
pero no como los tuyos,
mamacha.
Y ella sonríe masticando una papita.
Come mi chino
me dice
yo conozco tu corazón
Es sinuoso el camino que nos aleja,
más allá de tus campos
nos expandimos como hierba mala,
pero nadie olvida tu coraje,
nadie vuelve al hogar
sin repetir tu nombre.
Chutita querida,
tanto me has querido,
sin importar el dolor de un mundo
que no te comprende,
bajo un cielo que no recuerda tus lágrimas.
Ya vuelvo a casa, chutita
a buscar tu caricia en el maizal,
tus manos en el mismo fuego
que arrancó tus falanges,
tus ojos siempre en la iglesia blanca
brillando en la montaña
y tu sonrisa
en esas flores creciendo tras tus pasos
en nuestra Tarma que aún te añora.